Quisiera comenzar por decir, que no hay en Mérida persona más agradecida y obligada que yo. Nací y crecí en esta ciudad y he recibido tres veces la confianza de mis conciudadanos para encabezar el cuidado de los bienes comunes. Me siento tres veces honrado, tres veces agradecido, tres veces obligado a dar siempre más.

 

Como en los viajes y en las travesías audaces, las circunstancias nunca han sido iguales, a veces toca buen tiempo y los días son claros; a veces la vida te sorprende y te reta apasionadamente y en otras ocasiones, también hay tiempos huracanados que agitan y preocupan y ocupan totalmente porque es el momento de superar obstáculos y llegar a buen puerto. El deber cumplido tiene satisfacciones que no deja el poder, el dinero o la vanidad.

 

Un ciclo termina y otro comienza. Cada día tiene su afán. El primero me tocó recuperar una ciudad agraviada, oscurecida y en banca rota. La entregamos recuperada y funcionando. El segundo fue un ciclo difícil enmarcado por la peor pandemia mundial de los últimos siglos, inundaciones y males reales que otros convirtieron en ataques desmedidos.

 

Aún así, participamos honesta y conscientemente ante el juicio del pueblo. Por primera vez en nuestra ciudad, participariamos en una reelección, vimos esa oportunidad como una forma de evaluación ciudadana; un mecanismo para que las meridanas y meridanos escucharan juicios, propuestas, críticas, denuncias, diatribas incluso, y que decidieran lo mejor para ellos y el futuro.

 

Competimos, uno entre diez; debatieron y atacaron todos contra uno y aún así, el resultado fue favorable con más de 163 mil votos. En la primera elección de 2012, ganamos por 4%, en la segunda con 17 % y ahora por casi 20% de diferencia respecto del más cercano competidor.

 

Los números no me llaman a la vanidad o a la gloria, estos caben en un pequeño grano de maíz. Me llaman al agradecimiento, a la responsabilidad y al compromiso. También me llaman a escuchar más, a consultar frecuentemente y a decidir de manera conjunta con la sociedad, ya que es la participación ciudadana lo que hace grande a las ciudades y los municipios.

 

A los grandes retos y desafíos de Mérida propongo una convocatoria abierta para que todas y todos busquemos las soluciones; para que más allá del enojo, del discurso agitador o del grito instintivo, diseñemos mejores políticas públicas, más eficientes e impactantes que vayan poco a poco resolviendo nuestros problemas.

 

Mérida queridas amigas y amigos, es sin duda una de las mejores ciudades para vivir de México. Mérida es muy noble y muy leal. México sería un país más feliz si hubiera más municipios como este, con todo y que tenemos muchos problemas que resolver, porque también hay que decirlo no vivimos en el paraíso.

 

Nuestra ciudad está cambiando velozmente, cambia todos los días. En los tiempos de Don Víctor Manuel Correa Rachó, la población meridana era casi de 200 mil personas. Una de sus primeras acciones fue dotar de alumbrado público a los barrios del centro histórico, como Santiago o San Sebastián, entre otros. Cuando Ana Rosa Payán Cervera inició en 1991 el ciclo de gobiernos panistas en el municipio vivían medio millón de personas y la mancha urbana comprendía poco más de 8mil hectáreas.

 

No vayamos tan lejos, apenas ayer, cuando ocupé por primera vez esta responsabilidad ciudadana,  el municipio tenía una población de cerca de 800 mil personas que vivían en más de 280,000 casas habitación y casi 300 fraccionamientos municipalizados, mostrando desde entonces un acelerado proceso de urbanización.

 

En los últimos años se han desarrollado 121 proyectos inmobiliarios que representan una oferta de 23,000 viviendas adicionales a las 39,000 que están desocupadas y que muestran un dinamismo que también se ve acompañado con una cifra poblacional ya mayor al millón de habitantes. En media década se han municipalizado más de 110 desarrollos inmobiliarios como Los Héroes, Las Américas y Ciudad Caucel que atraen más habitantes provenientes de otros estados de la República o del extranjero.

 

Si nos vamos a los indicadores del parque vehicular vemos que también hay un crecimiento acelerado del uso de vehículos automotores, llegando a contarse este año hasta 525 mil vehículos circulando en las calles y avenidas de Mérida.

 

El estilo de vivir en Mérida es el de las ciudades extensivas que desarrollan vivienda familiar con usos horizontales, a diferencia de otros modelos urbanos donde las casas habitación crecen verticalmente con mayor densidad poblacional por metro cuadrado, pero mejor distribución de costos en los servicios públicos que yacen concentrados en territorios más reducidos.

 

Es más, la densidad poblacional meridana en lo general se ha reducido de tener en 1950 una distribución de 46,7 habitantes por hectárea, ahora tenemos a 38 habitantes por la misma medida. No siempre se percibe este enorme privilegio, salvo por aquellos que han vivido en las metrópolis como el DF en donde la densidad poblacional es mucho mayor que la local.

 

Vivimos en un municipio movido, dinámico, una especie de ser vivo que conformamos nosotros con nuestros sueños y nuestras pesadillas, alimentados por la tradición y por la modernidad.

 

Vivimos una Mérida noble, leal pera cada vez más compleja para tomar decisiones, corregir desordenes históricos y mantener esta calidad de vida que, siendo reconocida en el país y en el extranjero sigue atrayendo habitantes de otros sitios.

 

Aquí, encontramos motivos para latir si somos de esa generación que creció con Guty Cárdenas y Ricardo Palmerín, o si nos enamoramos con los boleros dulces, mundialmente conocidos de Don Armando Manzanero o si recreamos estilos mundiales como el reggué, el ska o el hip hop. Eso sí cantados en lengua maya.

 

Mérida es una sola porque quiere unir a las diferencias. Unirlas en torno al respeto, al diálogo, a la convivencia de nuestras virtudes, y al ejercicio de nuestros derechos. Mérida es una sola, pero es verdad que está compuesta por una multiplicidad de personas, grupos, orígenes, géneros, idiomas, razas y niveles de desarrollo.

 

Mérida es una sola, pero también es múltiple, es un rostro que se refleja en la diversidad de los espejos. El arco iris debe ser capaz de emerger y de incluirse en el fondo azul del cielo.

 

El gobierno municipal, desde aquí y ahora lo digo, trabaja para todos los ciudadanos; para quienes son adultos mayores o familias jóvenes, para quienes nacieron aquí o en otro municipio de Yucatán, del país o del extranjero; para quienes votaron por mí y para quienes no; para quienes enarbolan los discursos tradicionales o para quienes exigen nuevos derechos.

 

Todas y todos en Mérida deben tener los mismos derechos y algo muy importante, las mismas obligaciones. El municipio no es un ente autónomo que viva de sí mismo. Los recursos municipales provienen de los ciudadanos, la inversión de ellos fundamentalmente se orienta a fortalecer los bienes comunes y esos bienes comunes son responsabilidad de todas y todos.

 

No hay presupuesto público, política pública o programa de gobierno, que sean suficientes para resolver los problemas de una comunidad, sin la participación decidida de cada uno de sus miembros. Somos las meridanas y los meridanos quienes elegimos nuestro destino todos los días con nuestro comportamiento y nuestras elecciones cotidianas.

 

Meridanas y meridanos, un nuevo ciclo está por comenzar por mandato de ustedes. Y con la madurez de mis años en esta actividad y el amor que mantengo por esta ciudad que me vio nacer y que ha visto nacer y seguramente crecer a mis hijos, quiero refrendar mis obligaciones por la confianza recibida.

 

Me comprometo delante de todos ustedes, a usar los recursos públicos de manera correcta, eficiente, transparente y sobre todo destinarlos a los aspectos estratégicos que la sociedad demande. La transparencia y la colaboración con la sociedad civil son factores de la confianza ciudadana, de la madurez de las instituciones y desde luego, condición para que la justicia y la verdad sean baluartes de nuestro desarrollo.

 

Me comprometo a velar por el buen funcionamiento urbano, al adecuado desempeño de los servicios públicos, a aumentar su cobertura con los mayores estándares de calidad posibles, de modo que ese inmenso capital común que todos tenemos, las calles, las avenidas, los parques, el alumbrado público y toda la infraestructura pública, siga siendo el soporte de nuestra vida cotidiana y nuestra convivencia.

 

Me comprometo a usar todos los recursos disponibles para mantener los índices de seguridad ciudadana y desde luego disipar todas las dudas que existan en el accionar de la policía de Mérida, una de las más pequeñas en las grandes ciudades del país porque solo abarca 147 manzanas.

 

Estaremos trabajando en un programa de modernización, equipamiento y sobre todo capacitación para todos sus elementos policíacos, de modo que esta corporación siga siendo un referente de indicadores positivos para nuestra ciudad. No es menos lo que han pedido nuestros conciudadanos. No es menos lo que les vamos a entregar.

 

Me comprometo a ser un gobierno sensible a las demandas ciudadanas, aún en aquellos aspectos que son atribuciones de otros órdenes de gobierno, como la salud, la educación y el desarrollo económico. Es verdad que estos temas son atribuciones de los órdenes de gobierno federal y estatal, pero es imprescindible que colaboremos para encontrar soluciones más rápidas a estos desafíos que se han ahondado con la pandemia de Covid19

 

Me comprometo, queridas amigas y amigos, a encabezar las mejores causas de nuestra sociedad para seguir haciéndola ejemplar y sustentable, cuidando sobre todo el desarrollo igualitario, el respeto a las diversidades, a los derechos humanos y culturales y el cuidado de los recursos naturales. El cambio generacional que estamos viviendo supone importantes cambios culturales que ya están pasando y que ameritan discursos nuevos y acciones sistemáticas.

 

En pocas palabras, me comprometo a aquello que defendí durante la campaña electoral hace algunos meses. Luchar por hacer Más Mérida, por continuar con un trabajo sistemático, constante y renovado que rinda frutos en todas estas áreas que definen hoy la personalidad de la ciudad. Todo esto implica una tarea titánica. Y sé que no estoy solo.

 

Para realizar estas tareas sé que cuento con miles de ciudadanos comprometidos, con las asociaciones civiles organizadas cada vez más activas y propositivas y del equipo de trabajo que me ha acompañado este tiempo.

 

Sé que el juicio ciudadano es, desde luego, sobre mi accionar personal, pero también por los resultados que un equipo de trabajo ha dado a su comunidad. A todas y todos quienes me acompañaron en el viaje anterior muchas, pero muchísimas gracias por su esfuerzo y talento reflejado en el trabajo. A quiénes se quedan, les encomiendo encarecidamente usar toda su experiencia para dar frutos inmediatos.

 

El gabinete municipal que propondré al Cabildo el día de mañana, tiene algunas ratificaciones y algunos cambios. Sigue siendo un esquema equilibrante de la experiencia y la innovación que no admite demoras ni curvas de aprendizaje. Las novedades implicarán redoblar esfuerzos en salud, en economía, en la aplicación de los programas de asistencia social y otros rubros.

 

Aunque tenemos un equipo de profesionales al servicio de la ciudad, iremos más rápido con la ayuda de los demás ordenes de gobierno y poderes del estado. Nos quedan tres años de intenso trabajo que comienza hoy con esa pequeña luz que asoma en lo remoto del túnel pandémico. El porvenir tiene el nombre del trabajo intenso y la creatividad conjunta.

 

Queridas amigas y amigos.

 

Heme aquí de nuevo de frente a todos ustedes.

 

Vengo con toda la humildad posible a confirmar mi gratitud y mi compromiso con los meridanos y las meridanas. En estos años he aprendido de las más diversas circunstancias económicas, sociales, legales, administrativas, jurídicas y humanas.

Si me permiten, hay algunas cosas que he aprendido, algunas lecciones con las que comienzo este nuevo período:

(1) tomar decisiones políticas es casi siempre elegir entre dos bienes o evitar dos males, pero siempre hay que tomar en cuenta el bien mayor y entre los males el menor, de modo que lo esencial permanezca aunque nada sea perfecto.

(2) nunca hay dinero suficiente para la gran cantidad de problemas que se deben resolver y eso hace indispensable la participación de los ciudadanos, sin ellos, no hay soluciones definitivas y acaso es semilla de errores.

(3) es necesario equilibrar los criterios entre las demandas de la opinión pública y las verdades técnicas y éticas. Es fácil caer en la tentación de obedecer a grandes tendencias volátiles de opinión y, desde luego, es redituable hasta cierto punto, no obstante, la verdad, el deber y la obligación moral pueden estar a veces en la opinión de las minorías o en hechos desconocidos, mismas que deben ser escuchadas para tomar decisiones ponderadas. Las sociedades bien informadas toman mejores decisiones que aquellas en donde priva la calumnia y la diatriba que afectan la confianza en las personas y en las instituciones y no demuestran fehacientemente los hechos. Mérida merece vivir con confianza entre sus ciudadanos y luchar porque la verdad siempre aparezca.

(4)  el desarrollo de un municipio es integral y requiere armonizar muchos intereses y una gran variedad de elementos, la cultura, la economía, el desarrollo social y en muchos casos vamos a contracorriente sea por las determinaciones de la historia o por las limitaciones actuales, no obstante, hay que dar la lucha en todos los frentes y aprender a escuchar y respetar las demandas de las mujeres, de los jóvenes, de los migrantes, de nuevos colectivos sociales.

(5) enfrentar los problemas, los errores, las equivocaciones, cuando los hay, con sinceridad, con voluntad correctiva, es la mejor manera para construir convivencia, paz y confianza futura.

 

Querida esposa Diana, Renán y Daniela, queridos padres y hermanos. Ustedes son el motor de esta travesía. Su amor será necesario hoy y siempre, en especial cuando haya momentos difíciles, que siempre hay. No siempre tendré momentos para ustedes, pero les ruego considerar que estoy tratando de construir un legado. Trabajaré duro y convencido de que al final de estos tres años, mi nombre sea para ustedes motivo de reconocimiento y tranquilidad. Si logro heredarles con el paso de los años un buen nombre, un saludo en la calle, un abrazo fraterno, habrá valido todo este esfuerzo.

A mis compañeros de ruta, al gabinete que comienza y entrará en funciones en unas horas, les pido que hagamos todo el esfuerzo juntos. Si podemos funcionar como equipo, podremos más.

Al nuevo cabildo de Mérida, les reitero no solo mi voluntad política de diálogo sino sobre todo mi cariño y amistad, ingredientes que hacen la nobleza y lealtad de Mérida. Que nunca haya mayorías que callen a las minorías y que las minorías siempre encuentren modos para proponer ideas nuevas que convenzan. En Mérida no hay partidos ni grupos que ameriten exilios, agresiones, rupturas y palabras altisonantes. Todos somos hijos de la misma ciudad.

Espero de los otros órdenes de gobierno y de los otros poderes, aquello que estoy dispuesto a dar. Respeto institucional, honestidad y sinceridad en las relaciones inter gubernamentales y sobre todo colaboración mutua buscando siempre aquello que nos une para el bienestar colectivo.

A mi partido, mi agradecmiento por confiar en mi para encabezar esta nueva encomienda, mi compromiso es que nuestros resultados seguirán poniendo en alto el orgullo de Acción Nacional. Trabajaré honrando nuestros prinicpios humanistas de solidaridad, subsidiariedad, el bien común, respetando la dignidad de la persona e informando con transparencia.

Con el Gobernador Mauricio Vila Dosal me unen la responsabilidad del origen y el compromiso con el pueblo. Los meridanos y los yucatecos merecen que se tomen decisiones importantes en su favor y que las políticas de gobierno generen bienestar. Sabes, amigo gobernador, que cuentas siempre conmigo para coordinarnos en un trabajo responsable en favor de nuestros ciudadanos, que tenemos muchos pendientes en pro de Mérida; las nuevas movilidades, nuestra agenda 2050, entre otros. Gobernador, refrendo mi compromiso de seguir haciendo equipo por Mérida y por Yucatán.

Quiero agradecer, antes de finalizar este discurso, el trabajo de los medios de comunicación que día a día enfrentan el dilema de libertad; esa opción de comunicar una cosa u otra; de tomar como valida una afirmación o de confirmarla; de utilizar las palabras precisas o de encontrar otras diferentes. Nuestra sociedad se hace con su trabajo diario. Les agradezco al alma, a aquellos que buscan incesantemente la verdad al precio que sea. A los que mienten, les agradezco también que hagan, por colisión, más brillante la verdad.

Queridas meridanas y meridanos. Al comenzar un nuevo ciclo de nuestras vidas, les reitero mi rendida emoción, mi gratitud y mi compromiso. El trabajo y sus frutos se verán de manera inmediata. No hay tiempo para acomodos, curvas de aprendizaje ni momentos para perder. Todos en nuestro municipio tenemos algo qué hacer y una tarea qué cumplir.

Todas mis acciones a partir de ahora serán para honrar los votos pasados, no para conseguir los futuros. El futuro es incierto por desconocido, aunque siempre está guiado por el pasado y  este pasado, para mí, siempre ha sido el de saltar obstáculos, superar tormentas, construir la calma y los momentos felices entre todos.

No me guían los sueños del imperio. No me asaltan las obsesiones del día de mañana, cuando hoy no he agotado todas las posibilidades de lo humano. No me mueven los puestos prometidos, soñados o regalados como golosinas de niños chiquitos. No trabajo para ampliar mi poder ni para escalar peldaños que no merezco. Más simple y verdaderamente trabajo por Mérida.

Si juntos hacemos las tareas cotidianas de nuestra ciudad, podemos más.

Si juntos cuidamos de nosotros y construimos comprensión y prioridades, podemos más.

Si juntos cuidamos lo que amamos, Más Mérida será una realidad.

Vamos Juntos por Más. Mérida siempre noble y leal.

Viva Mérida.

Muchas gracias.