Mi casa parecía un café internet”, dice Ofelia T. mientras dibuja una sonrisa algo forzada en su rostro. Con dos niñas, en tercero y sexto de primaria, y ella en esquema home office junto con su marido, tuvo que pedir prestados un par de dispositivos electrónicos para trabajar los cuatro al mismo tiempo entre abril y junio, durante el encierro por la pandemia.
El mundo entero cerró sus escuelas en el primer trimestre de 2020, y México no fue la excepción. La educación a distancia, un modelo de uso avanzado en algunas universidades mexicanas, como el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entró a “batear de emergente” incluso en los niveles educativos básicos para salvar el año escolar.
El abrupto cambio de modelo de estudio en los niveles básicos molestó a muchos padres, pues no solo se requirió administrar los tiempos de trabajo para el uso de los dispositivos disponibles en casa, sino que en los niveles escolares más bajos, como preescolar y los primaria, fue imprescindible el acompañamiento parental durante las horas de clase. “Fue algo repentino.
Ni las instituciones ni los padres estaban preparados y su vida cambió de golpe”, señala Diego Miramontes, director para México de Platzi, una plataforma regional de educación en línea. “Estar todos en el mismo espacio, conviviendo y trabajando, puso a prueba a la sociedad e hizo evidentes las carencias que veníamos arrastrando. Ahora que todos volverán a clases, de nuevo a distancia, es necesario no bajar la guardia y aprovechar lo aprendido durante los tres meses previos”.
Mildred Ramo, con maestría en Tecnología de la Educación, coincide con Miramontes y asegura que con el uso planeado de la educación a distancia, podrían extenderse de manera importante la alfabetización y la cobertura educativa en el país, no solo hacia localidades remotas de bajos recursos y poca infraestructura, sino también “hacia esas zonas de alto peligro por actividad criminal, donde los niños podrían estudiar a buen resguardo desde sus casas”.
Los resultados académicos del experimento de la cuarentena aún están por verse, pero la de Ofelia T. y su familia no fue una situación única. El Sistema Educativo Nacional integra 265,200 escuelas, con 2.1 millones de profesores, que atienden una matrícula total de 36.6 millones de alumnos. Y todos, de un modo u otro, tuvieron la opción de concluir el ciclo escolar 2019-2020 a distancia.
El modelo a seguir
El nivel medio superior y las universidades también abrazaron el modelo a distancia para su matrícula total durante el confinamiento. Quizá el ejemplo mejor logrado es el del Tecnológico de Monterrey. Con un modelo a distancia desarrollado durante 30 años, fue la primera institución del país en declarar la contingencia debido al Covid-19, e implementar el Modelo Flexible y Digital (MFD) para apoyar la continuidad académica de su comunidad.
Esta institución de educación superior logró lo impensable: tras solo una semana de cuarentena, reanudó las clases para sus 90,000 alumnos, con 25,000 cursos que integraron más de 55,000 sesiones sincrónicas y la participación de más de 10,000 profesores.
El mayor reto técnico en todo el proceso fue preparar a los maestros, explica Beatriz Palacios, directora de Innovación Educativa, pues la institución tiene las herramientas y una infraestructura robusta y probada en educación a distancia, pero debía asegurar que todos los profesores estuvieran listos para implementar dichas prácticas de forma diferente a su cátedra presencial habitual.
Otro reto importante fue “asegurar que tanto alumnos como profesores pudieran vivir la experiencia de la educación a distancia superando el desafío no tanto de la modalidad, sino del contexto general de aislamiento”, comenta Palacios, quien asegura que el mayor aprendizaje de esta experiencia fue reconocer que la educación va más allá de la parte académica.
Y es que, al ser parte fundamental de la misión de esta universidad “el florecimiento humano, no podemos dejar de lado que hacer exitoso nuestro modelo educativo implica ofrecer a los alumnos herramientas, acompañamiento y recursos que les permitan formarse como personas integrales, más allá de lo académico”, dice Palacios.
Educación híbrida, el futuro
Los chicos de universidad, igual que las generaciones siguientes, son nativos digitales, por lo que el mayor problema para la educación a distancia no está en el manejo de la tecnología, sino en las habilidades para aprender y la actitud hacia el aprendizaje, herramientas que deben formarse en primaria y secundaria y exigen una revisión de los programas de la SEP, asegura Patricia Ganem, maestra en pedagogía.
Esa formación básica, “permitirá que los estudiantes aprendan con cualquier método”. Por ahora, el Tec ya tiene listo el modelo HyFlex+Tec, creado a partir de la contingencia, para brindar a los estudiantes la oportunidad de cursar el semestre agosto-diciembre 2020 en formato remoto o híbrido; “cada alumno decidirá la proporción de actividades que realizará de forma remota y presencial, con restricciones, dependiendo de las condiciones que priven en su ciudad, su campus e incluso sus propias condiciones de salud”, concluye la directora de innovación.