El ano es un orificio de nuestro cuerpo mediante el cual expulsamos las heces y en su interior hay unas glándulas de pequeño tamaño. Si por alguna razón, se produce un bloqueo en estas, puede llegar a derivar en una infección creará una pequeña cavidad, que a su vez generará un absceso. El absceso anal tiene un 50% de posibilidades de convertirse en una fístula, que es un túnel de reducido tamaño a través del cual se conecta la glándula que se ha infectado dentro del ano con una abertura en la piel alrededor de este.
Dependiendo del lugar donde se encuentre la fístula existen cuatro tipologías diferentes:
- Extraesfintéricas: La fístula se encuentra fuera del esfínter y no atraviesa el mismo.
- Interesfintéricas: Es es caso contrario en el que si se traspasa el esfínter interno.
- Transesfintéricas: Cruza tanto el esfínter interno como el externo.
- Supraesfintéricas: Atraviesa únicamente el esfínter externo.
Para el diagnóstico de una fístula anal suele bastar con un examen de la zona del ano palpando con las manos. El profesional médico buscará un orificio que se encuentre en el exterior de la piel que, si es visible, tendrá una profundidad y una dirección concreta. Desde este orificio puede realizarse un drenaje de forma directa.
Si tras este estudio, su proctologo no consigue localizar la fístula puede recurrir a pruebas clínicas como la anuscopia, en la que se visualiza el interior del ano y el recto con un instrumento diseñado para tal fin. Si quiere estudiarse mejor la zona también pueden realizarse ecografías o resonancias magnéticas del área del ano definiendo con claridad la fístula.
En casos excepcionales en los que no se localiza la fístula a pesar de haber realizado los estudios pertinentes, se llevan a cabo pruebas complementarias para descartar una relación de la sintomatología del paciente con la enfermedad de Crohn, una patología inflamatoria de la zona del intestino. Esta relación se hace ya que un 25% de las personas que tienen esta enfermedad desarrollan fístulas.
Los síntomas de una fístula anal dependen tanto de la ubicación como de la fase en la que se encuentre la misma,
- Hinchazón y molestias en la zona alrededor del ano
- Dolor con la salida de las heces
- Abscesos anales periódicos
- Sangrado anal
- Sangre o pus en orificios alrededor del ano que suelen venir acompañados de dolor
- Irritación de la piel colindante al ano como consecuencia de un drenaje persistente
- Cansancio generalizado y fiebre.
Una vez confirmado el diagnóstico, normalmente la cirugía es la opción generalizada para solucionar el problema de la fístula anal. Será en este momento cuando el cirujano podrá evaluar de forma exacta cuál es la profundidad y tamaño de la fístula que aqueja al paciente. En la mayoría de los casos la intervención que se realiza se denomina fistulotogía y consiste en cortar la piel y el músculo situada encima del túnel de la fístula para dejar abierta su trayectoria.
Si el caso se ha agravado especialmente, quizá sea necesario recurrir a un drenaje Seton, tras lo cual se realizará la operación quirúrgica que finalizará el proceso.
El postoperatorio suele causar molestias, sin embargo, hay varios trucos que pueden ayudar a sobrellevar este proceso de forma más cómoda. Entre ellos la toma de baños de asiento con el agua tibia, así como la utilización de laxantes o medicamentos que hagan las heces más blandas. También se recetarán dependiendo de cada caso medicamentos destinados a aliviar las molestias y el dolor.
fuente:http: clinicacristorey.com/noticias/fistula-anal-sintomas-tratamiento.html