Unas papas fritas sin salsa Valentina no serían lo mismo, una catarsis de sabor a la que se le puede añadir un mojito al estilo cubano preparado en casa para completar la experiencia. Seguramente muchas personas tienen esta reconocida salsa en las alacenas de su casa, pero saben muy poco de su origen.
¿De qué está hecha la Salsa Valentina?
Con el simple hecho de ver la botella de salsa con su peculiar tono anaranjado es suficiente para hacer brillar los ojitos a muchos, pero a otros es una pesadilla traducida en el terror de la gastritis y colitis. En la etiqueta se pueden leer ingredientes como: agua, chiles secos, puyas, sal yodada, condimentos, especias, benzoato de sodio.
Sin embargo, cuenta con un ingrediente un tanto alarmante como es el ácido acético, el cual se le atribuye la capacidad de sacar brillo a los metales, como alguna vez se utilizó en estatuas, por esta razón su consumo en exceso puede resultar perjudicial para el organismo.
La historia comienza en un pueblo de Jalisco, el nombre de este picante en botella se debe a una mujer que peleó para defender nuestra patria en la Revolución Mexicana haciéndose pasar por hombre. Su creador de nombre Manuel Maciel Sánchez era un vendedor de hielo en Tamazula de Gordiano, pero decidió emprender con una salsa cuyo secreto de sus ingredientes sería los chiles puya, a la que llamaría “Tamazula”.
Tiempo después, el negocio se mudó a Guadalajara, con la necesidad de expansión y publicidad que hicieron llegar las botellas de 140 mililitros en varios rincones de la ciudad, pero su crecimiento los obligó a sacar una nueva marca con ingredientes extra. Así nació la famosa salsa Valentina cuyo logo es el mapa del Estado de Jalisco.
El nombre de la revolucionaria en quien se inspiraron fue Valentina Ramírez Avitia del ejército maderista quien peleó bajo el nombre de Juan Ramírez cuando tenía tan solo 17 años, por desgracia, un soldado notó las trenzas que escondía y perdió su cargo de teniente.
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